Actualización de las enfermedades virales emergentes
Resumen
Se consideran “viriasis emergentes” tanto las infecciones víricas de nueva aparición en la población, como aquellas previamente conocidas cuya incidencia o distribución geográfica sufre un rápido aumento. Los mecanismos principales que facilitan la aparición de las infecciones víricas emergentes son tres. En primer término mediante la identificación de una enfermedad cuyo agente infeccioso no se conocía hasta el momento. En segundo lugar, a través del traspaso de la barrera de especie, lo que condiciona la introducción en un huésped de un virus existente en otra especie. Y en tercera instancia, por la diseminación de un determinado virus a partir de una pequeña muestra poblacional (humana o animal), que actúa como nicho ecológico, en la que aquel surgió o fue originariamente introducido1.
Durante las últimas décadas se han descrito un número importante de nuevos virus cuya consideración como causantes de enfermedades emergentes no necesita ser enfatizada. Sin embargo, cabe distinguir las infecciones emergentes o reemergentes de aquellas derivadas de descubrimientos producidos gracias a los recientes avances tecnológicos que han conseguido identificar patógenos que circulan desde hace mucho y cuyos efectos son ampliamente conocidos.
La enorme diversidad de patógenos emergentes y reemergentes se correlaciona con una gran variabilidad de ciclos biológicos, rutas de transmisión, patogenicidad y epidemiología. Se ha determinado que la capacidad de emerger se relaciona con algunos taxones de patógenos más que con otros, con ciertas rutas de transmisión y con un amplio espectro de huéspedes2. La mayoría de los virus emergentes son zoonóticos. Entre los animales implicados se incluyen fundamentalmente los vertebrados tales como roedores, primates y murciélagos, así como las aves. El peligro de estos virus viene dado por su capacidad de salto interespecífico pudiendo así afectar a una nueva población que no ha desarrollado ningún tipo de inmunidad protectora frente al nuevo agente. Ciertas condiciones de la vida actual favorecen estos saltos y hay que hacer una mención especial a los xenotrasplantes y a las infecciones adquiridas a través de bioproductos (tal como la contaminación con SV40 de ciertos lotes de las vacunas para la polio que tuvo lugar en la década de los 1950) que podrían introducir en personas con inmunodeficiencias patógenos que han escapado a los métodos convencionales asociados a la detección de agentes infecciosos. Está bien probado que las zoonosis se transmiten generalmente a través de vectores. Teniendo en cuenta su modo de transmisión, el mayor número de zoonosis corresponde a las viriasis transmitidas por artrópodos (fundamentalmente los de vectores generalistas), seguidos de los que requieren contacto indirecto (a través de alimentos o agua) y finalmente los de contacto directo.
Existen por tanto varias características comunes a la mayoría de los virus emergentes y reemergentes, lo que permite establecer un perfil de “virus emergente modelo”: un virus con genoma ARN, zoonótico, transmitido por vectores, capaz de utilizar receptores conservados en muchas especies, potencialmente transmisible entre humanos y cuyo ecosistema se encuentra en áreas que están sufriendo cambios ecológicos, demográficos o sociales.
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